El sábado 26 de marzo de 1994 salió de la prisión de Yare el teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías, luego de que el expresidente Rafael Caldera otorgara el sobreseimiento a la causa abierta por la rebelión del 4 de febrero de 1992. Dos años después de esa rebelión del 4-F, el pueblo esperó a las afueras del centro penitenciario al barinés para agradecerle su gesta heroica.
Chávez Frías junto a los soldados del Movimiento Bolivariano MBR-200 se habían rebelado contra el sistema político que representaba el gobierno neoliberal de Carlos Andrés Pérez, quien bajo órdenes del Fondo Monetario Internacional (FMI) causó inestabilidad política, económica y social, que tuvo su mayor impacto con la represión a la rebelión popular del 27 de febrero de 1989.
Antecedido por esas circunstancias históricas, salió hace 19 años el delgadísimo teniente coronel Chávez del centro penitenciario mirandino, luciendo un liquiliqui beige.
"Yo estaba muy nervioso ese día, se lo confieso, nervioso. ¿Qué será de mí ahora, Dios? Habíamos planificado una rueda de prensa en Los Próceres, y un grupo de amigos puso una mesita allá, un micrófono y unos periodistas. Venía yo muy asustado, se lo confieso. Me quité el uniforme. Lloré allá en el samán y el roble, en mi querida alma máter. Me puse un liquiliqui claro y salí", rememoró Chávez, en Las catacumbas del pueblo, palabras que fueron recogidas en el libro Cuentos del Arañero.
Con los nervios a flor de piel, a la pregunta de un periodista: "¿Y ahora usted adónde va?", contestó: "Me voy a las catacumbas del pueblo".